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La investigación, dirigida por Jesse C. Stewart, de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Indiana (Purdue University Indianapolis), es la primera en hallar que el tratamiento de la depresión antes de que haya síntomas de enfermedad cardiovascular puede reducir a casi la mitad el riesgo de futuros ataques al corazón y de ictus.
"Los estudios previos que hemos realizado tanto nosotros mismos como otros investigadores indican que la depresión es un factor de riesgo para la enfermedad cardiovascular. Sin embargo, en estudios anteriores sobre el tratamiento de la depresión en los que participaron pacientes cardiacos no se llegaron a demostrar los beneficios cardiovasculares que cabía esperar. Así que nos preguntamos: ¿qué ocurre si tratamos la depresión antes de la aparición de la enfermedad cardiovascular? ¿Se podría reducir el riesgo de ataques cardiacos y de accidentes cerebrovasculares? Nuestros resultados sugieren que la respuesta es positiva", afirma el Dr. Stewart, profesor asociado de psicología en la Escuela de la Ciencia de IUPUI y científico asociado del Centro de la Universidad de Indiana para la Investigación del Envejecimiento.
Los investigadores llevaron a cabo el seguimiento de 235 pacientes con depresión clínica, que fueron elegidos al azar, bien para recibir atención estándar o para participar en un programa de cuidados con la ayuda de antidepresivos y psicoterapia.
Entre los 168 pacientes sin enfermedad cardiovascular al inicio del estudio, los que recibieron tratamiento con antidepresivos y psicoterapia afrontaban un riesgo un 48% menor de ataque cardiaco o accidente cerebrovascular durante los próximos 8 años que los pacientes que recibieron atención estándar para su depresión.
Por el contrario, el tratamiento con la ayuda de antidepresivos y psicoterapia no se asoció con un menor riesgo de ataque al corazón o ictus entre los 67 pacientes con enfermedad cardiovascular ya diagnosticada. Estos hallazgos sugieren que, para obtener beneficios cardiovasculares, el tratamiento contra la depresión tendría que iniciarse antes de la aparición de enfermedades cardiovasculares.
"Los cambios de estilo de vida, tales como dejar de fumar, y controlar la presión arterial y el colesterol, son enfoques importantes para disminuir el riesgo de ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares. Nuestros resultados, de confirmarse en un ensayo clínico más amplio, podrían proporcionar un nuevo e importante enfoque: el tratamiento de la depresión para la prevención de accidentes cardiovasculares ", afirma el Dr. Stewart.
El equipo busca ahora financiación para llevar a cabo un ensayo controlado aleatorio a mayor escala para verificar que el tratamiento de la depresión a principios de la enfermedad cardiovascular reduce el riesgo de ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares. La depresión afecta a más de 6,5 millones de estadounidenses mayores de 65 años, según la Alianza Nacional para la Salud Mental.
"En un futuro próximo, el tratamiento de la depresión puede tener un papel importante en la reducción de discapacidad y de muerte debidas a enfermedad cardiovascular", señala el Dr. Stewart.
Fuente: IUPUI
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En su número de enero de 2014, American Journal of Cardiology presta atención a un estudio liderado por Michael Goldfarb, de McGill University Health Centre (Montreal), que ha revisado los casos reportados entre el 1 de enero de 1980 y el 1 de febrero de 2013 en los que se asociara un evento cardiovascular grave con el consumo temporal de bebidas energéticas.
Los investigadores se centraron en 15 casos (cinco arritmias auriculares, cinco arritmias ventriculares, una prolongación del intervalo QT y cuatro elevaciones del segmento ST). Asimismo se incluyeron en el estudio otros dos casos de paro cardiaco de la institución de los propios autores. Del total de 17 casos, 13 afectaban a varones, 15 casos se relacionaban con edad < 30 años (el rango estudiado era de 13-58 años), y sólo había un caso de enfermedad cardiaca previa menor. En la mayoría de los casos no se hallaron anomalías cardiacas predisponentes al evento cardiovascular registrado. Cinco de los 11 casos de eventos graves afirmaron haber ingerido numerosas bebidas energéticas, otros cuatro casos indicaron haberlas ingerido asociadas con alcohol u otras drogas, y en dos casos se encontraron canalopatías. Los autores concluyen que "pese a que no puede deducirse causalidad de nuestra serie, los médicos deben preguntar rutinariamente acerca del consumo de bebidas energéticas en los casos pertinentes, y los consumidores vulnerables, como pueden serlo los jóvenes, deben saber que se recomienda precaución frente al consumo excesivo y concomitante con alcohol y otras drogas".
El consumo de bebidas energéticas y su incidencia cardiovascular ha sido también uno de los temas de la Sociedad Radiológica de Norteamérica (RSNA). El pasado 2 de diciembre, en su reunión anual, la RSNA presentaba un estudio acerca del aumento significativo de las tasas de contracción del corazón una hora después del consumo de bebidas energéticas con alto contenido de cafeína y taurina por parte de adultos sanos.
Fuentes: American Journal of Cardiology y Medical Xpress
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Un estudio presentado en las recientes Sesiones Científicas de la American Heart Association 2013 señala que los defectos cardiacos congénitos pueden estar asociados con la exposición de las madres a combinaciones específicas de toxinas ambientales durante el periodo de embarazo.
Los defectos cardiacos congénitos tienen lugar cuando el corazón o los vasos sanguíneos cercanos a él se desarrollan de forma anormal antes del nacimiento. Si bien estos defectos pueden tener su origen en anomalías cromosómicas, lo cierto es que en la mayoría de los casos se desconoce la causa de tales anomalías.
El estudio se basa en los defectos cardiacos congénitos diagnosticados entre 2004-2011 en Alberta, Canadá, y en las emisiones de sustancias químicas registradas por la agencia canadiense que realiza el seguimiento de contaminantes medioambientales. Los investigadores han examinado los patrones de incidencia de los defectos congénitos del corazón en paralelo con la presencia de tóxicos ambientales a fin de determinar si la cercanía de las mujeres embarazadas a compuestos orgánicos y metales -de origen industrial básicamente- podría estar asociada al riesgo de defectos del corazón en sus hijos. La investigación sugiere que algunas emisiones químicas pueden estar relacionadas con anomalías cardiacas que se desarrollan mientras el corazón se está formando en el útero, según el investigador principal, Deliwe P. Ngwezi, de la Universidad de Alberta.
Los investigadores han estudiado tres categorías químicas, entre las cuales hay una que muestra una fuerte correlación con las tasas de defectos congénitos del corazón. De acuerdo con Ngwezi, el grupo de productos químicos se compone de una mezcla de compuestos orgánicos y metales, tales como benceno, butadieno, disulfuro de carbono, cloroformo, óxido de etileno, hexaclorobenceno, tetracloroetano, metanol, dióxido de azufre, tolueno, plomo, mercurio y cadmio.
A partir de 2006 el gobierno canadiense endureció la normativa para la reducción de emisiones industriales y, gradualmente, también disminuyeron las tasas de defectos congénitos del corazón. Los defectos cardiacos observados estaban asociados principalmente con defectos septales entre las cámaras superiores e inferiores del corazón, así como con malformaciones de los tractos de salida (defectos cardiacos conotruncales).
El estudio llama la atención sobre la creciente evidencia de que la contaminación ambiental causa defectos congénitos en corazones en formación. Las limitaciones del estudio radican en que las observaciones de los investigadores se han hecho a nivel de grupo y no en función del riesgo individual, y en que los datos sobre emisiones son los que proporciona la propia industria, aunque éstos sean recopilados y supervisados anualmente por el gobierno.
Fuente: American Heart Association
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El programa de TVE1 'Saber Vivir' recomienda la web de Cardiofamilia en su monográfico sobre la Insuficiencia Cardiaca.
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Según un reciente estudio de la Universidad de Cincinnati, el estrés oxidativo está implicado en la etiología de las enfermedades coronarias. El espectrofluorímetro ayuda a medir el estrés oxidativo en sangre, que a su vez determina el riesgo de patología coronaria.
El objetivo de este estudio ha sido comprobar si los niveles elevados de partículas fluorescentes estaban asociados con el riesgo de enfermedades del corazón en mujeres. Con el espectrofluorímetro se mide, precisamente, la luz emitida por los productos de oxidación fluorescentes.
La clave está en la oxidación, que puede dañar las células o incluso destruirlas, provocando enfermedades de las arterias coronarias.
Mientras más brillante es la luz fluorescente que detecta el espectrofluorímetro, más probable es que la mujer desarrolle enfermedades coronarias. Los productos de oxidación fluorescentes son, pues, muy importantes para identificar a las mujeres que deben intensificar los esfuerzos de prevención de enfermedades del corazón. El estudio también demostró que los niveles elevados son mayores en mujeres que consumen alcohol, que tienen la tensión y el colesterol altos, y que son fumadoras.
Fuente: American Heart Association
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La ingesta de suplementos de vitamina B9 puede reducir moderadamente el riesgo de ictus en sujetos que no encajan en el típico perfil de accidente cerebrovascular, concluye el análisis de los investigadores de la Universidad de Zhengzhou, China.
Un total de catorce ensayos clínicos pasaron a examen de estos investigadores, quienes observaron que la vitamina B9 disminuía el riesgo de ictus en algunos sujetos, y tenía una importancia que se acercaba a la significación estadística en las poblaciones que no recibían suficiente folato o vitamina B9. El folato se encuentra de forma natural en una amplia variedad de alimentos, incluyendo las verduras de hoja verde, las frutas, las nueces, las judías y los cereales.
El ácido fólico, una forma de suplemento del folato, se encuentra frecuentemente en los cereales enriquecidos. Los investigadores, sin embargo, no hallaron que hubiera reducción del riesgo de accidente cerebrovascular por consumo de vitamina B12. Además, los suplementos de vitamina B no parecen reducir la gravedad del accidente cerebrovascular o el riesgo de muerte.
La American Heart Association recomienda que se obtengan los nutrientes necesarios para el organismo mediante el consumo moderado una amplia variedad de alimentos, no mediante suplementos. «Los suplementos vitamínicos o minerales no son sustitutivos de una dieta equilibrada y nutritiva que limite el exceso de calorías, grasas saturadas, grasas hidrogenadas, sodio y colesterol de la dieta", sostiene la Asociación Americana del Corazón. "Está demostrado que la dieta es el enfoque adecuado para reducir el riesgo de enfermedad coronaria, tanto en personas sanas como en las que padecen una enfermedad coronaria."
Fuente: American Heart Association
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El objetivo de este estudio ha sido examinar las tendencias en mortalidad a causa de enfermedad coronaria, por sexos, entre 1980 y 2009 en la Unión Europea (UE), y comparar esas tendencias entre los grupos de edad adulta. En las últimas décadas se ha producido un importante descenso en la mortalidad por enfermedad cardiaca coronaria en la mayor parte de Europa (un 36 % en el hombre y un 39 % en la mujer); esto se debe en parte a la disminución de factores de riesgo como el tabaquismo.
Pese a ello, las enfermedades cardiovasculares (especialmente la cardiopatía coronaria y el accidente cerebrovascular) siguen siendo la principal causa de muerte en la mayoría de los países europeos, y hay factores de riesgo, como la obesidad, que han aumentado sustancialmente la enfermedad cardiovascular durante este mismo período. De hecho, los beneficios de la reducción de las tasas de tabaquismo quedan anuladas ante las crecientes tasas de obesidad y diabetes.
En el estudio se han examinado tanto las tendencias como los cambios significativos en las tendencias de las tasas de mortalidad estandarizadas por edades y países. Los rangos de de edad analizados han sido -45, 45-54, 55-64 y 65 años o más. Las tasas de enfermedad coronaria se han reducido a la mitad que en la década de los ochenta en muchos países, en los grupos de edad de jóvenes adultos, así como en la población general. Hay tendencias notablemente variables en tasas de mortalidad entre los países de la UE, pero no tanto entre grupos de edad y sexos dentro de los países. En casi todos los países se han reducido las muertes por enfermedades de corazón, tanto en hombres como en mujeres, y a cualquier edad.
En Dinamarca, Malta, Países Bajos, Suecia y Reino Unido se observan descensos más significativos. Sin embargo, en los varones húngaros, letones, lituanos y polacos, por ejemplo, no se manifiesta esta reducción, y en el caso de los rumanos no sólo no disminuye la tasa de mortalidad, sino que aumenta ligeramente. En mujeres hay reducciones poco significativas en Grecia, Hungría, Lituania, Polonia, Rumanía y Eslovaquia. Asimismo se ha observado que la tendencia a la baja se estanca en hombres y mujeres menores de 45 años en Italia, Letonia, Lituania y Reino Unido, en los hombres de Polonia y Eslovaquia, y en las mujeres de República Checa y Francia. En Grecia las mujeres entre 45-54 años de edad manifiestan aumento de las tasas de mortalidad, y de una forma constante y significativa. En total, en quince países se han mostrado evidencias de estancamiento reciente de las tendencias en al menos un grupo de edad para los hombres, y en doce países para las mujeres. El estancamiento es más común en los grupos de edad más jóvenes, pero hay pocas pruebas que apoyen la hipótesis de que las tasas de mortalidad han comenzado a estabilizarse en los grupos de edad más jóvenes en la UE en su conjunto, e incluso se ha producido un leve incremento de mortalidad por cardiopatía isquémica en las subpoblaciones más jóvenes de una minoría de países.
Por tanto, sigue siendo de vital importancia para toda la UE supervisar y trabajar en la reducción de los factores de riesgo de enfermedades crónicas y otras enfermedades del corazón, especialmente a través de la prevención, de tal manera que se promueva el bienestar en igualdad de condiciones en toda Europa.
Fuente: European Heart Journal
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Casi la mitad de los 10.000 pacientes que han participado en el ensayo clínico PARADIGM-HF, cuyos resultados se han presentado esta semana en «Heart Failure 2013», tenían diabetes mellitus, y alrededor de un tercio del total, intolerancia a la glucosa.
Este estudio representa el mayor hasta la fecha en prevalencia de diabetes mellitus e intolerancia a la glucosa, y revela que sólo uno de cada seis pacientes con insuficiencia cardiaca tenía niveles normales de hemoglobina glucosilada (HbA1c). "Los cambios que se producen en la insuficiencia cardiaca, como pérdida de masa muscular y aumento de actividad del sistema nervioso simpático y del sistema renina-angiotensina, aparecen para que los tejidos del cuerpo ofrezcan más resistencia a los efectos de la insulina," explicó el profesor John McMurray, de la Universidad de Glasgow. "Si bien somos conscientes de esta conexión, nos sorprendió la magnitud de disglucemia que revela nuestro estudio."
Para el presente análisis, los investigadores emplearon datos de 10.270 pacientes. En el ensayo clínico PARADIGMA-HF han participado pacientes de 47 países. Se requería que tuvieran FEVI (40%, BNP plasmático) 150pg/ml o un valor > 600 pg/ml, y haber sido hospitalizados por insuficiencia cardiaca al menos una vez durante los 12 meses anteriores al ensayo. A todos los pacientes se les midieron los niveles de hemoglobina glucosilada al inicio del estudio. "La hemoglobina glucosilada ofrece una medida integradora del nivel de glucosa en la sangre durante un período de tiempo de varias semanas, que es mucho mejor sistema para evaluar el estado glucémico que una sola medición de glucosa en sangre en una sola ocasión," explicó McMurray.
En cuanto a la diabetes mellitus, los resultados del estudio muestran que el 16,1% (1.656 pacientes) tenía diabetes mellitus o intolerancia a la glucosa; el 38,1% (3.911 pacientes), intolerancia a la glucosa; el 11,2% (1.149 pacientes), diabetes mellitus no diagnosticada; y el 34,6% (3.554 pacientes), diabetes mellitus diagnosticada. Cuando se realizó el examen de la prevalencia por regiones geográficas, el número de pacientes sin diabetes mellitus o intolerancia a la glucosa era del 23,7% en América Latina, del 21,2% en Norteamérica, de 14,2% en el Este de Europa, del 14% en la Europa Occidental y del 13,2% en Asia y el área del Pacífico.
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La Asociación Americana del Corazón ha evaluado un reciente informe del Instituto de Medicina (IOM) acerca del impacto del consumo de sodio en la población. Tras la valoración de la prueba, la AHA señala como incompletos los resultados en relación con el impacto del sodio sobre la salud, ya que la IOM no centra sus exámenes en la evidencia científica que vincula el consumo excesivo de sodio y la presión arterial alta. El informe de IOM encontró que, aunque es importante la reducción de la ingesta de sodio a los niveles actuales y que hay una relación positiva entre los niveles más altos de consumo de sodio y el riesgo de enfermedades del corazón, no había pruebas suficientes para concluir que la reducción de sodio por debajo de 2.300 mg al día condujera a menor riesgo de cardiopatías, de derrame cerebral y de muerte.
La Asociación Americana del Corazón, sin embargo, ha revisado cuidadosamente esta investigación científica y se mantiene en la recomendación de que no se consuman más de 1.500 mg diarios de sodio. El consumo promedio de sodio actual en los Estados Unidos supera frecuentemente la ingesta de 3.400 mg al día.
Fuente: American Hearth Association
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Expertos en cirugía cardiaca de ámbito nacional se reunieron en Antequera (Málaga) el pasado 6 de marzo para perfeccionar las técnicas quirúrgicas más avanzadas en reparación valvular aórtica. En total, 24 profesionales de centros sanitarios públicos, incluyendo 6 jefes de servicio, participaron en la actividad formativa organizada por la Unidad de Gestión Clínica del Corazón del Hospital Universitario Virgen de la Victoria.
La sesión, de carácter práctico, ha contado con un laboratorio en el que se han utilizado corazones reales de porcino, con los que los cirujanos han podido trabajar para mostrar las técnicas más novedosas de reparación de este tipo de válvulas cardiacas. Al frente de la jornada, los especialistas en cirugía cardiaca Dr. Miguel Such y Dr. Carlos Porras, del Hospital Virgen de la Victoria, que poseen una extensa y reconocida experiencia en este tipo de intervenciones quirúrgicas.
El empleo de estas técnicas quirúrgicas consigue, en la mayoría de los casos, que el paciente pueda conservar su válvula biológica, y que ésta no tenga que ser reemplazada por una artificial, lo que reduce el número de complicaciones y aumenta la calidad de vida de estos enfermos. Este curso, en el que los asistentes han intercambiado experiencias sobre este tipo de cirugía cardiaca, ha finalizado con un debate sobre los casos más complicados de enfermedades de la aorta y su abordaje quirúrgico con los procedimientos terapéuticos más avanzados.
La Sección de Cirugía Cardiaca de la Unidad de Corazón del Hospital Virgen de la Victoria cuenta con una amplia experiencia en cirugía reparadora de la válvula mitral, es pionera en cirugía de reparación aórtica y desarrolla también, en la actualidad, un proyecto de investigación, junto con la facultad de Biología de la Universidad de Málaga y a otras universidades europeas, sobre las causas de los aneurismas de aorta en pacientes con afectación congénita.
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Hasta ahora la obesidad severa se asociaba con un riesgo superior de muerte. Sin embargo, índices menores de exceso de peso podrían no incrementar el riesgo de muerte o incluso podrían tener un efecto protector, según los resultados de un reciente metaanálisis de la doctora Katherine Flegal et al. Los hallazgos se han publicado este mes en Journal of the American Medical Association y se basan en 97 estudios, tomando datos de 2,88 millones de individuos y 270.000 fallecimientos.
En comparación con el grupo de peso normal, la obesidad de grado 1 (IMC > 30 kg/m2) no suponía incrementos de mortalidad por todas las causas. Por el contrario, los grados 2 y 3 de obesidad (IMC > 35 kg/m2) se asociaban con un mayor riesgo de mortalidad.
En cualquier caso, tener en cuenta el peso exclusivamente no es suficiente, ya que el riesgo puede variar mucho en personas con un mismo índice de masa corporal. Se recomienda usar adicionalmente los marcadores de circunferencia de la cintura/cadera para ayudar a cuantificar el riesgo.
Los editores indican que parece haber un efecto protector en las categorías con índice de masa corporal de baja obsesidad o sobrepeso frente a enfermedades crónicas, tales como la diabetes y las enfermedades coronarias. Es lo que denominan «la paradoja de la obesidad». En términos clínicos esto quiere decir que no todos los pacientes clasificados con sobrepeso y obesidad de grado 1 (sobre todo los que tienen enfermedades crónicas) necesitan perder peso. Establecer el índice de masa corporal es sólo el primer paso en la evaluación adecuada del paciente.
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En el reciente congreso de la Asociación Americana de Cardiología se han presentado varios estudios empleando un nuevo tipo de fármaco para reducir el colesterol. Los agentes son inhibidores de la proproteína convertasa subtilisina/kexina de tipo 9 (PCSK9), aunque no es recomendable aprenderse este nombre hasta que tengamos más información sobre ellos, y quizá ni siquiera entonces.
La administración es subcutánea cada cuatro semanas, y en pacientes con hipercolesterolemia familiar heterozigota, pacientes con intolerancia a estatinas (y tomando ezetimibe) o enfermos que no alcanzan el objetivo con dosis máximas de estatinas, estos agentes consiguen una reducción cercana al 50 % de LDL colesterol. Aún son datos prematuros, pues hace falta información sobre seguridad, efectos a largo plazo y reducción de eventos clínicos, pero la historia promete aportar una ayuda adicional a nuestros pacientes, y entretenimiento para médicos, industria farmacéutica y gestores sanitarios.